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Flores Padua

La vida orgánica de las canciones


"O cogen como Dios manda: con los músicos y sus instrumentos..."




Así como heredamos de nuestros antepasados información genética, lo mismo parece ocurrir con el arte. La música está cada vez más accesible para cada generación.

La música solía estar reservada para unas cuantas élites que podían asistir a los conciertos, quienes escuchaban probablemente  una vez en la vida las piezas musicales que alcanzaban a refugiarse en la memoria. Por el lado de las manifestaciones populares, no había un registro que permitiera reproducir y escuchar de una sola forma una canción, no de la manera en que podemos hoy reproducir un sencillo en Spotify una infinidad de veces.

El polifacético y polémico  locutor  de radio Sergio Zurita (1971) ha publicado una serie de escritos que abarcan los géneros del cuento, poesía, crítica y crónica en un libro titulado Aquí asaltan (Ediciones cal y arena, 2018) y que incluye el texto “Las canciones se reproducen” en el que Zurita parte de la anécdota de ver a unos jóvenes escuchando una canción grupera dentro de un carro para decir que las canciones tienen vida propia:


Sergio Zurita

Aprendí que las canciones son seres vivos gracias a mis dos ídolos: Jaime López y Bob Dylan. Ninguno de los dos canta las canciones como en el disco. Las canciones evolucionan. Nacen y crecen. A veces abandonan el nido y son seres aparte de sus padres, y otras regresan para mantenerlos –Dylan podría no hacer nada más que ver en que se gastan las regalías que le da mensualmente “Like a Rolling Stone” .

Al ser las canciones entes orgánicos, éstas también se reproducen. Zurita dice:

Pero lo mejor de una canción no es que crezca y se vuelva independiente. Lo mejor es que se reproduzca. Que tenga descendencia. Porque a diferencia de las esporas y otros seres que se reproducen por vías aburridas como la gemación, las canciones cogen. Al menos las que valen la pena.
Cogen a través de manos de piano leyendo partituras, cogen con agujas metálicas recorriendo surco de vinilo, o con agujas láser sobre pequeños espejos. O cogen como Dios manda: con los músicos y sus instrumentos. Pero de que cogen, cogen.
Y a veces preñan a las orejas que los oyen. (No es casual que las orejas parezcan bebés al revés, listos para nacer).

La música, el arte en general, tiene la función trascendental de servir de poderoso agente de inspiración. Zurita acude a sus músicos favoritos para ejemplificar este punto:

…hable de cómo Billy Joel oyó “Be My Baby” de las Ronettes en la película Mean Streets de Scorsese. Salió del cine con el oído fecundado y de ahí nació “Say Goodbye To Hollywood”. Es decir, “Be My Baby” tuvo una hija con Billy Joel.

Póster de la película Mean Streets de Martin Scorsese

Entre las mentes musicales más fecundas –es decir, que más seguido se embarazan de los sonidos− están los Beatles. Cada rato comentan canciones ajenas en las propias y ese hábito se volvió arte en el famoso Álbum Blanco, cuyo nombre real es, simplemente, The Beatles.
Podemos pensar que es un disco sin nombre porque sus cuatro padres no lo querían; o que lo quisieron tanto, que lo nombraron como ellos. O que lo dejaron libre de nombre para que él mismo lo encontrara. Quién sabe. Lo que sí creo es que el Álbum Blanco es blanco porque la portada es la mezcla de todos los colores, del mismo modo que su contenido es la mezcla de todos los sonidos.

Portada del Álbum Blanco de The Beatles

El Álbum Blanco es un collage alucinante, en el que de una canción sale otra y otra, como por arte de magia. La manera en que aparece “While My Guitar Gently Weeps”, como interrumpiendo "The Continuing Story Of Bungalow Bill”, es algo que jamás deja de sorprenderme.

No hay canción o estilo que nazca de la generación espontánea. Zurita concluye:

Justo hoy alguien me dijo que todas las canciones son canciones de amor. Me dijo que una mujer bella que casi siempre tiene razón. Entonces todas las canciones están conectadas por amor. Todas tienen por ancestro aquel canto primigenio que se cantó en las cuevas de Altamira, mientras se pintaban búfalos y se aprendía a producir fuego.
Aquellos seres nómadas de la edad de piedra, de piedra que rueda, exclamaba un canto, un canto rodado, like a rolling stone.

Vivimos en una era en la que la vitrina digital exhibe al mismo tiempo diversos géneros musicales y la forma de asimilarlos también es diversa: podemos permanecer como receptores pasivos, encerrarnos en un solo género o abrir los oídos a un gran número de expresiones, esta última actitud es la que hace posible la creación, la innovación y la supervivencia del arte.

Cada generación tiene derecho a construir su propia identidad estilística y lo hará con base en lo que las predecesoras les hayamos heredado.

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